Si el niño ha dormido tranquilo, será más fácil despertarlo. Sin embargo en algunos casos, esto no es suficiente para empezar bien el día, y el “tiempo de reacción” sigue siendo largo.
Despertar a tu niño es todo un arte. Hacerlo bien es más importante de lo que parece. Te damos algunas pautas sobre cómo debes hacerlo:
- Es un error conceder al niño 10 minutos más de sueño cuando no se quiere despertar, ya que se caería en el error de tener que ir luego más deprisa para hacer las cosas, empeorando la situación.
- También están prohibidos los modos bruscos. Así que nunca hay que encender la luz de golpe, ni levantar las sábanas, ni mucho menos hablarles a gritos.
- La mejor forma de despertar al pequeño es la de acariciarle suavemente, susurrándole palabras dulces.
- El niño necesita sentir el contacto con su mamá o con su papá y, sobre todo, necesita sentir seguridad y tranquilidad al despertar.
- Una vez ha abierto los ojos, puede ser útil recurrir a un pequeño truco para ayudarlo a levantarse. Por ejemplo, le puedes recordar que le espera algún juego o algún amigo nuevo, decirle que va a disfrutar de un delicioso desayuno con sus cereales preferidos o prometerle que jugarás con él cuando vuelvas del trabajo.
- Si, a pesar de esto, el niño se muestra necio a levantarse, puedes recurrir a la técnica de la “contención”. Trata de mimarlo y agarrarlo entre brazos de forma envolvente, con el fin de relajarlo y transmitirle el buen humor que necesita.
